Este viaje comenzó con una publicación en Instagram de Viajes Mictlan, la agencia de mi amigo Ulises, quien se ha preparado para volver a los escapes de fin de semana o de un día en esta nueva “normalidad”. Cuando le mostré la publicación a mi esposo, no estaba muy convencido pero al final accedió a salir del encierro en el que hemos estado estos últimos 4 meses.
El destino, Playa Michigan; nunca antes había escuchado hablar de ella y cuando llegamos supe el porqué: la distancia.
Este lugar paradisiaco se encuentra en el pueblo de Tenexpa, municipio de Técpan de Galeana en el estado de Guerrero, formando parte de la Costa Grande de nuestro país. Para una mayor ubicación se encuentra a 2 horas de Acapulco yendo por la carretera a Zihuatanejo, prácticamente a la mitad del camino. Saliendo desde la Ciudad de México son alrededor de 7 u 8 horas de camino en auto. Si bien es un lugar muy lejano y manejando la misma cantidad de horas o menos se puede llegar a playas y a lugares más populares, en estos tiempos de distanciamiento social, este destino encaja a la perfección.
Nuestra travesía comenzó el viernes cerca de las 11:00pm partiendo del Monumento a la Revolución, tomamos la ruta hacia Cuernavaca-Acapulco; limitándonos al menor número de paradas posibles para economizar tiempo y distancia, aunque las 8 horas de trayecto no fueron las más placenteras; el destino y el aroma de aventura sobrepasaron la sensación de adormecimiento en las piernas. Alrededor de las 5:00am del sábado, Ulises (nuestro anfitrión, chofer, guía y amigo) nos informó que sería la última parada y el último Oxxo del mundo conocido, aconsejándonos la compra de agua. Mientras estirábamos las piernas, fuimos sorprendidos por un graznido altísimo y desconocido que terminó por despertarnos y ponernos en estado de alerta, en ese momento finalmente tuvimos la noción de que nos encontrábamos bastante lejos de casa. Después supimos que el graznido pertenecía a un pavo real salvaje.
Siendo las 5:45am nos encontrábamos entrando a Tenexpa, cerca de las 6:00am llegamos al punto de encuentro con los lancheros que nos llevarían a la playa, así es; teníamos que abordar una lancha. El lugar estaba totalmente oscuro, solo se escuchaba el rompimiento de las olas a la lontananza, con mochila al hombro mi esposo y yo nos acercamos para abordar una curiosa lancha de madera de no más de 5 metros de largo por 1.5 de ancho. Yo particularmente no sé nadar y el hecho de abordar esta muy pequeña barcaza de madera sin salvavidas, me puso bastante nerviosa. Sin embargo recordé el motivo principal de todo esto: 4 meses de encierro, añoranza por la aventura y principalmente: ¡vivir el momento, carajo! .
Imagínense lo siguiente: una laguna negra y reflejando el cielo estrellado, cual espejo infinito; el ruido del motor de la lancha junto a sonidos de fauna nocturna, un ambiente amazónico; el olor a pescado y la brisa salina embriagando la mente, el alma renace otra vez. Debido a otras historias que ya les platicaré en otras entradas; me imaginé fugitiva, indocumentada cruzando fronteras en la madrugada y ocultándome en las sombras. Finalmente y atravesando un mar de lirios, llegamos a la playa en cuestión, todo estaba hundido en la oscuridad de la noche, aún no se veía que asomara el Alba. Caminamos 5 minutos y nos indicaron el lugar para montar nuestro campamento. Cerca de las 7 de la mañana fue que comenzó a amanecer y a mostrarse la naturaleza a nuestro alrededor...
La playa Michigan es una pequeña barra formada por la desembocadura del Río Técpan en el Océano Pacífico, en la antigüedad era conocida como Isla de Pájaros, por la variedad de fauna que habitaba en esta Laguna-estuario; pero como todo en esta vida su nombre original quedó en el pasado, cuando alrededor de hace 10 años este hermoso lugar vivió su máximo esplendor turístico y fue bautizada como Michigan por extranjeros que veían la similitud con las playas del estado del mismo nombre en el vecino del Norte.
Si bien el mar es abierto y es casi imposible nadar en él debido a la altura de las olas, el lugar es precioso para escaparse un fin de semana o la semana entera. Algunas de las actividades que uno puede realizar en esta area son: relajarse por completo en una de las hamacas y olvidarse del mundo con pandemia, recorrer la playa y admirar la junta del Río Técpan con el mar, tomar un recorrido nocturno por el río para ver cocodrilos en su ambiente natural, tomar otro recorrido a mar abierto para avistamiento de tortugas, jugar voleibol playero, de noche encender una fogata y admirar la vía láctea (oh si, aquí si se ve) o simplemente relajarse, escuchar música y beber deliciosa cerveza.
Si se animan, mi amigo Ulises realizará otra travesía en Septiembre. En la esquina superior derecha de este blog encontrarán el enlace de Facebook de Viajes Mictlan para su conveniencia.
Saludos, Cuídense, quédense en casa y si ya no pueden; viajen a lugares recónditos y no tan populares. Apliquen el distanciamiento social con estilo.
Equipo Campismo y Senderismo
No hay comentarios:
Publicar un comentario